Comunicado – «Obra reciente» de Roser Bru

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La muestra está compuesta por una serie de pinturas de acrílico sobre lino y una serie de dibujos, obras inéditas desarrolladas por la destacada artista entre 2012 y 2013. Se podrá visitar en D21 Proyectos de Arte, desde el 30 de agosto al 3 de octubre, de lunes a viernes de 11 a 19, y sábado de 11 a 15.

La mirada plástica de Roser Bru es cada vez más concreta y decidida, mientras que la muerte y los referentes pictóricos siguen siendo parte importante de su problemática. Su destacada trayectoria artística ha dejado una huella imborrable y testimonial a través de su pintura, grabados y dibujos. Lo que ya no está, lo desaparecido,  la hacen  repasar una y otra vez en sus recursos de memoria, transformando el recuerdo y conectándolo con aquello que está pronto a suceder. Junto con una mirada aguda, su observación obsesiva establece en  su trabajo un testimonio biográfico, propio y contingente, histórico y político, pictórico y gráfico, un documental arqueológico.

El catálogo de esta exposición contará con fotografías de las obras, tomadas por Jorge Brantmayer y un texto escrito especialmente para esta ocasión de Adriana Valdés.

Roser Bru es una de las artistas más reconocidas y potentes de su generación.  Nacida en Cataluña en 1923,  llegó de niña al país.   Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile,  y participó de la creación del Taller 99 y de la Escuela de Artes de la Universidad Católica, entre muchas otras instituciones.  Como grabadora y pintora,  sus creaciones, entre ellas  afiches famosos, han encarnado y apoyado muchas causas sociales y culturales, incluso en las circunstancias más difíciles y peligrosas para los artistas en Chile.  Las violencias de la vida chilena del siglo veinte se entrecruzan en su obra con las de la guerra civil española, que empujó a su familia a refugiarse en Chile tras la derrota de la República.  Es una artista valiente, lúcida, que ha dado testimonio en su obra de un gran compromiso con nuestro país y con la búsqueda de la justicia y de la libertad.

Es también una artista maestra del trazo y del color,  finísima,  capaz de un trabajo memorioso y sutil.  La primera materialidad de su pintura, hecha a la manera de Tapiès ,»sobre una pasta para hacer muros» en la que se hacían incisiones, como si fuera un grabado,  creó obras notables dedicadas a la corporalidad,  y sobre todo a la maternidad.   En ese mismo tiempo se inicia, en grabados y pinturas,  el motivo del hilo devanado, de madre a hija, que persistirá hasta su trabajo actual.  Hay una larga meditación, en su trabajo, sobre las experiencias más radicales del cuerpo de las mujeres.  También, sobre las materialidades de la naturaleza, lo elemental de los frutos sus sandías, sus zapallos, sus granadas todos ellos traspasados por la metáfora del cuerpo: abierto, ofrecido, traspasado, violentado, colmado, fecundo.  Sus interiores las mesas, las camas llevan las huellas tanto de la intimidad deleitosa como de las violencias que la interrumpen.   Su mirada va identificando muchas veces los objetos actuales con los del pasado, creando una especie de doble visión, a la vez de la contingencia y de la eterna repetición de los ciclos.

Ávida e inteligente lectora, las personalidades literarias y artísticas aparecen como fantasmas, y a la vez como motores,  de su meditación pictórica.  Una y otra vez, en una y otra versión, los recupera, los modifica, los esfuma, los hace aparecer, los tacha.  A partir de ellos pienso en este momento en Gabriela Mistral, en César Vallejo, en Virginia Woolf, en Rimbaud, entre los que más se reiteran genera en la pintura una reflexión profunda sobre la creación y también sobre los destinos trágicos que suelen acompañarla.  

Párrafo aparte merece su trabajo sobre los desaparecidos.  Revive algunos rostros, algunos números, para hacer sobre ellos el mismo trabajo dolorido, reiterado y memorioso que hace sobre los escritores.  Les encuentra parentesco con los retratos antiquísimos de Fayum, las primeras identidades pictóricas.   A la repetición de los ciclos naturales se suman aquí la repetición de los ciclos históricos de desaparición, muerte y violencia.

En esta muestra de su obra reciente, la muerte, siempre presente en su obra, adquiere dimensiones aún más inquietantes y urgentes.  Las telas van más desnudas, los colores se ensombrecen, los trazos se hacen más violentos.  Incluso la belleza de los colores pienso en «Niña de mano» tiene una cierta estridencia desesperada.  Fuertes pinturas, potentes, las suyas de este último período, que se ven por primera vez en esta muestra de D21. 

Adriana Valdés,  Santiago, agosto de 2013

Obra reciente
Roser Bru
Abierto al público: viernes 30 de agosto al jueves 03 de octubre, 2013

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