El Chile de hoy detenido en el tiempo
La siempre provocadora obra de Máximo Corvalán se instala desde el 14 de octubre en Galería Departamento 21. A través de variados lenguajes artísticos, este creador chileno se ha caracterizado por atraer al espectador mediante una visualidad seductora y propuestas arriesgadas, radicales, que buscan una reacción frente a la obra, y con ello una actitud o posición en la sociedad actual.
Sus temas recurrentes han sido la contingencia, el poder, la vigilancia, y en esta nueva exposición nos propone una síntesis de aquellas preocupaciones. Máximo Corvalán presentará en D21 una serie de dioramas articulados en lenguajes como fotografía, objetualidad e instalación. Por medio de ellos pone en escena temas de contingencia, como las demandas estudiantiles y la acción de la fuerza pública frente a estas movilizaciones, entre otros. Dichas escenificaciones están trabajadas en dos y tres dimensiones, funcionando como vistas imaginarias, dioramas museográficos y dioramas arquitectónicos, pudiendo mezclarse las lecturas entre unos y otros.
Corvalán utiliza el formato del diorama como una extensión de los hábitat artificiales que él suele producir, en una especie de recreación plástica y escenográfica. El artista plantea:
“Utilizo los dioramas para difuminar los límites entre realidad y ficción, creando posibilidades de escenas para investigar principalmente las formas en que la percepción del tiempo puede cambiar en un ambiente en miniatura. ¿Qué son los dioramas sino unos dispositivos escenográficos donde el tiempo se encuentra detenido y refrigerado como en un museo de cera?”
En más de una década de trayectoria, el artista ha ido reflexionando sobre la ambigüedad de nuestra contingencia política desde la post transición, y los mecanismos que aplica el poder en estos contextos. Ambigüedad que se traduce en la falta de correlato entre el avance tecnológico y la vocación de consumo del país, cuya sociedad aún tiene necesidades básicas no cubiertas.
Por otra parte, su obra evidencia como el poder trasviste sus mecanismos de vigilancia para presentarlo como bien de consumo. En una sociedad donde los mass media colaboran para que el concepto de seguridad esté hipertrofiado, los dispositivos de seguridad pasan a ser un valioso artículo de consumo, produciéndose el modelamiento de los ciudadanos a manos de los mecanismos de control del poder. La obsesión por proteger la seguridad personal se traduce en una constante vigilancia, guiada por una especie de ser o ente superior.
Máximo Corvalán crea hábitat artificiales llevando a metáfora esa ambigüedad de nuestro sistema; confronta al público con situaciones incómodas, contradictorias; los instala como observadores de los individuos que se mueven en estos microsistemas –muchas veces, animales– o los transforma a ellos mismos, los espectadores, en objetos de observación.
En esta línea de investigación, Máximo Corvalán ha instalado a roedores, ovejas e incluso una pareja de indigentes en micro mundos creados por él. Sus obras no han dejado indiferente ni a la crítica ni al público, alcanzando notoriedad incluso en programas de TV masivos, como los matinales.